Refundación de La Cruz
orría el año 1830...
y el 19 de abril, fecha en la que se firma un acuerdo de paz entre el
gobierno de Corrientes y los indios portugueses, se declaraba la
"refundación" de esta localidad, estableciéndose este día como el de
celebración de su fundación.
Originariamente esta misión jesuítica fue fundada por el padre Cristóbal
Altamirano de la Compañía de Jesús, en el año 1630, junto al arroyo
Acaraguá, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción de la
Santa Cruz de Acaraguá. Su primer emplazamiento habría estado en la
margen derecha del río Uruguay, en la actual provincia argentina de
Misiones, cerca de la desembocadura del río llamado entonces Acaraguá.
El sitio habría estado siete leguas del norte de San Javier y tras los
continuos ataques de los portugueses bandeirantes y en especial el que
fuera comandado por el capitán Jerónimo Pedrozo Barros, quien atacó
sobre las regiones de Acaraguá y Mbororé, actual provincia de Misiones,
teniendo como resultado la derrota por parte de los guaraníes comandados
por el cacique Ignacio Abiarú, en el año 1657 fue relocalizada en el
sitio donde hoy se encuentra La Cruz.
Ha sido un pueblo bélico que adquirió gran renombre como aguerrido
defensor de su tierra. Fue la única reducción que ha construido una
muralla a modo de defensa, contra los charrúas y los yaros, de quienes
tuvo que defenderse en su segundo emplazamiento.
Prevalece una profunda devoción Mariana como homenaje a la virgen que le
acompañó en tan cruenta batalla. Su iglesia de tamaño mediano, pero
ricamente alhajada tenía a sus fondos el cementerio. Contaba con una
rica biblioteca con 271 volúmenes. No obstante, en 1641 fue nuevamente
atacada la población por estros vándalos que asolaban la región,
librándose la gran batalla junto al arroyo Mbororé, constituyéndose este
enfrentamiento en la primera batalla naval librada en suelo argentino.
En 1817, cuando se produce la invasión del general portugués Chagas dos
Santos, el pueblo fue saqueado e incendiado y los pocos habitantes que
quedaban fueron muertos o huyeron.
A principios de 1830 el titulado coronel Juan Cabaña, un mestizo o zambo
originario del pueblo de Corpus, se instaló con sus soldados y familias
entre los pétreos muros de las destechadas viviendas cruceñas. Por medio
de los ciudadanos correntinos, don Juan Baltasar Acosta y don Argüello,
como representantes suyos, el jefe guaraní logró un pacto con
comisionados del Gobierno correntino, que poco después fuera ratificado
por él como así también por el gobernador Pedro Cabral.
En el artículo 1º de ese Pacto se expresa: "Los individuos que componen
un resto de las Misiones Occidentales, residentes en las ruinas del
antiguo pueblo de La Cruz en uso de su libertad y deseando formar parte
de la familia Correntina, se someten a la autoridad que emana de las
Leyes que rigen en la Provincia de Corrientes".
El 19 de abril de 1830 se produce la anexión formal y definitiva a
Corrientes.
La iglesia, reconstruida en 1858, fue puesta bajo la advocación de
Nuestra Señora de la Asunción. Actualmente La Cruz es cabecera del
departamento de San Martín.
En 1784 ya se la denominó La Cruz, como es llamada en la actualidad,
aunque en otras ocasiones y principalmente cuando se festeja el
cumpleaños de la virgen de la Asunción se la menciona como "Nuestra
Señora de Mbororé".
Se encuentra en los inventarios de 1784 y 1790, la existencia en el
pueblo de una serie de objetos y elementos entre animales y plantas que
dan la idea de haber sido un pueblo con numerosa actividad antes y
después de la expulsión, de acuerdo a la organización y disciplina que
impartieron los padres jesuitas, otorgando un completo material de uso
cotidiano o de producción, objetos varios de plata y peltre, cortinas,
vasos de cristal, arrobas de telas e hilos, galones de plata, gorros de
seda, vestimenta de todo tipo para los cabildantes y vestimenta
religiosa, lo que hace pensar en la presencia de talleres de costura.
Tenían además almacenamiento de granos, como trigo, garbanzos, además de
aceite, yerba y tabaco. En fruticultura, producían trescientos treintas
árboles de duraznos, en un total de 5.000 árboles frutales entre citrus
y otros. Dos yerbales, uno del Sur y otro del Norte con trece mil
setecientas veinte plantas.
Tampoco estaba ausente la producción de cerámica con "un horno para
cocer tejas con un galpón que lo resguarda del agua con techo de tejas".
Un galpón donde secan cinco mil tejas y quince moldes para hacerlas.
Actualmente se han abierto excavaciones que pertenecen a los antiguos
hornos cerámicos, según referencias de gente del lugar, existían
importantes vasijas que ya no se encuentran en el lugar de origen, la
cerámica de manufactura propia era usada como techo, en tejas, para las
construcciones de piedra.
El pueblo contaba con todo lo necesario para su buen desenvolvimiento en
aspectos, tanto religioso, como social, gubernamental, agrícola,
ganadero, cultural o educativo.
Un pueblo que ha vuelto a crecer debajo de las ruinas y del infortunio
que ha sufrido una y otra vez en manos de los paulistas primero y de los
portugueses después.
Por mucho tiempo, fue el único caso de repoblamiento por naturales de
uno de sus destruidos pueblos.

Ruinas de las murallas jesuíticas

Iglesia Asunción de María y museo jesuítica
